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La mirada

La mirada es un elemento central de la interacción social humana que puede reflejar los sentimientos de una persona, y sus actitudes hacia un compañero social. Dentro de una interacción, los interlocutores sociales se miran mutuamente y utilizan la mirada para regular tanto la secuencia inmediata de su intercambio como su relación en curso. Los recién nacidos atienden preferentemente a los rostros que muestran una mirada directa y realizan una forma rudimentaria de seguimiento de la mirada, basándose en un mecanismo subcortical que llama la atención sobre estímulos similares a caras, mientras que los mecanismos corticales que influyen en las respuestas al contacto visual directo se desarrollan considerablemente durante los primeros cuatro meses.

En los primeros meses, los recién nacidos se sentirán especialmente atraídos por algunas cosas específicas como el color rojo y el fuerte contraste entre el blanco y negro, también en sintonía con el rostro humano, o al menos su contorno general.



La claridad de visión de un niño (la agudeza visual), generalmente se ha desarrollado cercano al 20/20 cuando el niño cumple seis meses de edad; en este momento los bebés logran un control bastante preciso del movimiento de los ojos.
Entre los ocho y los doce meses los bebés están evaluando bien las distancias. La mirada expresada entre dos personas también es una fuente potencialmente rica en información social para los observadores externos, y la capacidad de los observadores para interpretar esta información puede proporcionar una evidencia más clara de su comprensión.
Los bebés de diez meses codifican informaciones simples y naturales de la mirada social de terceros; saben que las personas miran a los demás en contextos sociales particulares y generan interferencias sobre el objetivo de la mirada social de una persona.

La importancia de la mirada en el desarrollo del niño tiene un carácter tanto emocional como intelectual al poseer un significado especial en el establecimiento de vínculos tempranos y desempeña un papel importante en el proceso de obtención de información acerca del mundo y de las emociones.


Contacto visual

El contacto visual es una situación en la que dos personas se miran directamente a los ojos. Se considera una parte importante de la comunicación eficaz. Es una de las formas claves en las que establecemos conexiones con otros seres humanos.

El contacto visual es muy importante en términos del desarrollo cerebral, social y emocional de un niño. El contacto visual directo también influye en el desarrollo social de los bebés pequeños.
A partir de los tres meses los niños sonríen en respuesta al contacto visual y disminuye la sonrisa cuando se evita la mirada. La mayoría de los bebés comienzan a hacer contacto visual alrededor de los tres meses de edad, si ello no ocurre en los primeros seis meses, se recomienda la consulta al pediatra o neuropediatría de manera inmediata.
El contacto visual es una acción y se considera una forma en que los padres pueden darse cuenta de que el niño está empezando a interesarse más por las personas que lo rodean.


Socialización

Desde muy temprano, los bebés buscan el contacto visual en situaciones sociales.
Los bebés de cuatro semanas buscan el contacto visual durante la lactancia, y recibir contacto visual potencia el efecto de la administración de sacarosa con efecto sobre la calma y el control.
A partir de las nueve semanas, los bebés se fijan más constantemente en los ojos de un adulto cuando le habla que cuando está en silencio.
A medida que los lactantes crecen comienzan a hacer esfuerzos conscientes para participar socialmente, lo que va más allá de la propensión natural a los rostros humanos.
Los lactantes de tres a cuatro meses tienen mayor percepción del color y pueden comenzar a distinguir otros objetos además de las caras, como juguetes.
A los cuatro meses, ya puede existir un comportamiento más consciente como alcanzar un objeto o juguete o sonreírle deliberadamente cuando hace contacto visual. Los bebes pueden mostrar una sonrisa reflexiva (reacción fisiológica o refleja), sin motivo aparente desde el nacimiento, pero entre las cuatro semanas y los cuatro meses, desarrollaran una sonrisa con propósito social, ya sea respondiendo a otra persona o tratando de que otra persona les sonría.

Cuando el niño mira a los ojos es cuando comienza a hacer distintas asociaciones.
Es por ello por lo que este hito del neurodesarrollo contribuye de forma notable a la adquisición de diversas capacidades infantiles como son calmarse, controlarse o iniciar y responder a distintos tipos de comunicación.

Equipo del INVANEP

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