El TDAH es el trastorno del neurodesarrollo más frecuente en la práctica diaria de nuestra consulta y afecta a un 5 a 7% de niños, lo que supone uno afecto por cada aula escolar.
Las causas del TDAH son de base genética en un 70% a 80% de los casos debido a alteraciones del código genético que predisponen a una deficiencia en los neurotransmisores, especialmente la dopamina y la noradrenalina. La medicación inhibe la recaptación de estas sustancias lo que favorece funcionalidad cerebral, mejorando el control del impuso, la atención, el rendimiento académico y el pronóstico evolutivo de su futuro desarrollo psicológico y social.
Existen distintas problemáticas que afectan al sistema nervioso que pueden provocar síntomas de TDAH como puede ser la epilepsia, que causa problemas en la atención, la prematuridad y el bajo peso al nacimiento, los trastornos del espectro autista, y muy diversas patologías neurológicas relacionadas con funcionamiento alterado sobre todo de la función del lóbulo frontal cerebral. Ello implica la necesidad de hacer siempre un adecuado diagnóstico diferencial neurológico ante la sospecha de TDAH.
Una de estas entidades es el denominado Síndrome Alcohólico Fetal (SAF), que está provocado por la ingesta de alcohol durante el embarazo. El SAF debe sospecharse por los rasgos físicos o la sintomatología evolutiva del niño, dado que no hay una prueba de diagnóstico específico, salvo que se haya demostrado el alcohol en el recién nacido por muestras de orina y de meconio.
Se han descrito como factores de riesgo de daño al feto la edad materna avanzada, la elevada paridad, la raza y los polimorfismos del gen de la alcohol deshidrogenasa, siempre en relación con la ingesta de alcohol durante el embarazo sobre todo si es elevada y en poco tiempo. Ante estas circunstancias la sospecha de SAF debe tenerse en cuenta en niños adoptados, especialmente de regiones del este europeo y de regiones frías donde puede consumirse más alcohol, y aun mas si por su profesión las madres tiene mayor opción de consumirlo.
Como consecuencia de la ingesta de alcohol durante el embarazo se produce un crecimiento cerebral anormal, alteraciones del crecimiento somático y hallazgos dismórficos faciales característicos. El peso es bajo para la altura y se aprecia un fallo del desarrollo no causado por falta de alimentos. El fallo de crecimiento comienza en útero y continúa en la infancia. El daño prenatal al sistema nervioso central conlleva una alteración del neurodesarrollo y son características algunas peculariedades faciales como el labio superior fino, la raíz nasal hundida, el filtrum (la distancia entre la base de la nariz y el labio superior) se aprecia aplanado y finalmente la hendidura parpebral es mas pequeña.
Las manifestaciones son:
- En la lactancia: Irritabilidad, tremulaciones, y respuesta excesiva al ruido.
- En la infancia: Hiperactividad (TDAH), retraso del desarrollo, hipotonía, dificultades aprendizaje, dificultades visuales o auditivas, convulsiones y retraso mental.
- En la adolescencia: se aprecia un retraso cognitivo, falta de atención, déficit de memoria, trastornos conductuales como impulsividad, hiperactividad y falta de habilidades sociales.
Aparte de presentar la sintomatología característica de los TDAH, (déficit de atención, hiperactividad e impulsividad), el Síndrome Alcohólico Fetal (SAF) es una de las causas identificables más frecuentes de retraso mental, aunque ha disminuido la incidencia con los años, gracias a las campañas de prevención. Los niños nacidos de madres cuya ingesta de alcohol no es tan significativa tienen un crecimiento normal y no tienen los estigmas faciales del SAF, pero tienen mayor riesgo de alteración cognitiva y afectación en los tests de aprendizaje verbal y de memoria.
El 90 % de los niños cuyas madres tomaron alcohol en el embarazo pueden ser diagnosticados de algunos trastornos como el TDAH, trastornos de la socialización y comunicación, trastornos de personalidad, esquizofrenia, depresión mayor y trastornos por adicciones. Los niños con SAF tiene un perfil neuropsicológico similar al TDAH, cometen muchos errores de impulsividad por comisión (CPT), tienen problemas adaptativos y dificultades para cambiar ante las demandas del entorno. La diferencia es que los TDAH sufren un problema de maduración cerebral, pero los SAF sufren una detención del neurodesarrollo, por lo que su pronóstico es más desfavorable.
En conclusión, en los niños con TDAH debe tenerse muy presentes los antecedentes personales maternos de ingesta de alcohol en el embarazo, con especial relevancia en niños adoptados procedentes de los países del este europeo. El proceso diagnóstico de valoración clínica y pruebas neuropsicológicas es similar al de los niños con TDAH dado que las medicaciones y pautas de intervención son similares. En todo caso los niños con TDAH y SAF pueden presentar una evolución con mayor resistencia a la medicación y con mayores problemas conductuales, siendo por ello preciso realizar a una oportuna valoración neuropediátrica en todos los niños y niñas con sospecha de TDAH.
EQUIPO INVANEP