Las crisis no epilépticas se manifiestan por un motivo o causa diferente a una descarga neuronal anómala, es decir, estas crisis no están desencadenadas por una actividad paroxística neuronal, que se vería en el trazado electroencefalográfico como en las crisis epilépticas.
Por este motivo se usa el electroencefalograma (EEG) como la exploración diagnóstica principal para distinguir las crisis epilépticas de las no epilépticas.
Ya vimos en un blog anterior un ejemplo de crisis no epiléptica: el “espasmo del sollozo”, que puede manifestarse como una pérdida de conciencia motivada por un dolor intenso que provocaría una pausa respiratoria excesiva. En este caso puede haber una pérdida de conciencia y el EEG es importante para descartar la epilepsia.
Las crisis no epilépticas se manifiestan como episodios bruscos o repentinos de pérdida de conciencia, movimientos musculares, vértigos, vómitos, ataxia, etc.
Esa brusquedad en su aparición y la repetición de las crisis, es lo que las hace muy parecidas y las puede confundir con las crisis epilépticas. Otro aspecto similar a la epilepsia, sería la aparente falta de causalidad, por lo que es importante una buena anamnesis al realizar la historia clínica.
Es importante también obtener un video para ver la crisis, especialmente cuando no sean frecuentes o repetibles a voluntad.
TICS
Otros movimientos no epilépticos que parecen involuntarios y que se pueden confundir con crisis epilépticas de tipo focal o parcial, es decir sin pérdida de conciencia, son los tics. Los tics pueden ser motores, guturales, palabras, …
En estos casos ayuda al diagnóstico constatar el control del paciente sobre el tic, ya que en el caso del tic, pueden controlarlo y no realizarlo durante varios minutos. En cualquier caso un electroencefalograma puede ser una prueba exploratoria que ofrecería una ayuda importante en el diagnóstico, ya que una descarga focal en el trazado electroencefalográfico, que correspondiere con la clínica, nos llevaría a valorar la importancia de completar el diagnóstico con una neuroimagen, y a un tratamiento antiepiléptico en lugar de una valoración atencional como sería deseable en el tic y un tratamiento más específico para el tic.
Por otra parte, al diagnosticar tics en lugar de crisis epiléptica, el neuropediatra investigaría problemas de tipo atencional que pueden estar presentes en la mitad de los casos de tics, y que si no se trataran podrían prolongar o agravar los episodios de tics.
El tratamiento de un trastorno de atención leve con fármacos no psicoestimulantes como la atomoxetina, puede mejorar los tics. Los neurolépticos, en este caso se reservarán para cuando los tics sean graves o no se controlen de forma satisfactoria.
El equipo del INVANEP