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En el caso de pacientes con TDAH existe consenso acerca de que el diagnóstico es fundamentalmente clínico y que la valoración de un niño con sospecha de TDAH debe comenzar con una exploración neurológica e incluir una valoración neuropsicológica sobre funciones cerebrales superiores, inteligencia general, lenguaje, etc. Dentro de la valoración neurológica, se incluye la exploración física general y las exploraciones complementarias que incluyen estudios neurofisiológicos y si se precisan de neuroimagen.

En este contexto planteamos una prueba complementaria que consiste el análisis de potenciales evocados cognitivos. En concreto estudiamos el componente evocado P300 asociado a una tarea cognitiva.

 

 

¿Qué es ese componente P300?

Se trata de una respuesta cerebral, una onda positiva registrada en torno a los 300 milisegundos tras la detección de un estímulo diana, dentro de una tarea cognitiva planteada. Para registrarlos se presentan al niño dos estímulos distintos que aparecen de forma azarosa, y se le pide que apriete un botón ante la aparición de uno de los dos.

Podemos registrar la respuesta neurofisiológica gracias a que colocamos electrodos sobre la superficie de la cabeza con una pasta conductora y sin conllevar ningún tipo de riesgo. Estos potenciales evocados se analizan a partir de un registro de la actividad eléctrica cerebral (EEG). Cuando aparece el estímulo diana generalmente se producen una serie de componentes negativos (N1 y N2) y otras ondas positivas (P200 y P300), siendo la P300 la onda que nos interesa: una onda positiva que aparece en torno a los 300 milisegundos, y que se relaciona con los procesos atencionales, anticipación y memoria de trabajo.

En niños con TDAH, la literatura científica demuestra que se ha observado una tendencia a variar los valores de latencia, (el tiempo que tarda la onda P300 en aparecer suele ser mayor en muchos niños con TDAH), y/o amplitud, (la onda aparece más pequeña en muchos niños con TDAH) con respecto a niños de su mismo grupo de edad, lo que se ha venido relacionando con mayores problemas de atención, peor memoria de trabajo y problemas en otros procesos inhibitorios.

Además, las investigaciones han puesto de manifiesto que el potencial P300 resulta muy sensible al efecto de medicaciones habitualmente empleadas en el tratamiento farmacológico de los pacientes con TDAH incluso desde las primeras administraciones.

Aunque no se trata de un procedimiento diagnóstico, el estudio de los potenciales evocados cognitivos como el P300 y sus correlatos neuropsicológicos y emocionales aportan una medida objetiva de la respuesta neurofisiológica y resulta una prueba de gran utilidad para objetivar la eficacia del tratamiento administrado, puesto que se ha demostrado que el tratamiento farmacológico eficaz contribuye a la centralización de la respuesta neurofisiológica y a la normalización de sus parámetros.

En general, se ha confirmado que al mejorar la respuesta clínica del paciente, tanto a nivel conductual como a nivel cognitivo, se produce una normalización progresiva de los parámetros del componente P300, (aumenta su amplitud y disminuye su latencia), el cual, al ser estudiado de manera consistente y periódica en un paciente concreto, permite a su neuropediatra disponer de un dato que da una idea aproximada de la respuesta cerebral de ese paciente a la medicación dispensada.

 

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