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El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), es un trastorno del neurodesarrollo que puede asociarse a otros problemas o trastornos (comorbilidades) que, a su vez, pueden empeorar el aprendizaje.

Esta coincidencia de varios trastornos en el tiempo es muy frecuente en los problemas del neurodesarrollo. La comorbilidad de problemas neuropsicológicos pueden encontrase  grosso modo en la mitad de casos de TDAH.Recientemente, hemos realizado un estudio  observacional con 50 pacientes donde  las comorbilidades asociadas con el TDAH, se encontraron en un 54% de los pacientes con TDAH; y la discapacidad intelectual rondaba el 14% de los pacientes diagnosticados de TDAH.

 

La discapacidad intelectual suele ser con más frecuencia leve, pero la respuesta al tratamiento para la mejoría del TDAH se ve enmascarada muchas veces por los problemas que se derivan de dicha discapacidad.

El tratamiento suele ser también más complejo, y con frecuencia presentan dificultades derivadas de una conducta disruptiva y,  además, pueden necesitar apoyos en su aprendizaje que también deben ofrecerse en el entorno escolar.

Entran en juego otras medicaciones que pueden  emplearse, como los neurolépticos a dosis  bajas para la conducta,  así como tratamientos psicológicos estructurados, psicopedagógicos y, en casos de rasgos TEA, incluso la Terapia Ocupacional.

La dificultad en el diagnóstico es mayor cuanto más grado de Trastorno de Desarrollo Intelectual (TDI), y la valoración de la mejoría también es más compleja. A veces un diagnóstico sindrómico genético previo (como síndrome de X frágil), o congénito (Síndrome Alcohólico Fetal), facilita el diagnóstico, puesto que los problemas atencionales e intelectuales son ya esperados en estos casos. La mayor parte de las veces no hay un diagnóstico genético o congénito  conocido y se valora a un paciente con problemas del tipo aprendizaje o conductual, al que hay que valorar de forma completa.

En estos casos, debe hacerse siempre una valoración exhaustiva que lleva a realizar, además de las pruebas habituales (anamnesis y exploración física completas), otras valoraciones como el M-CHAT, valoración del neurodesarrollo y funciones ejecutivas adaptadas, y además del EEG con cociente Theta/Beta, una neuroimagen para completar el estudio. Todo ello va a depender de la edad del paciente y de los síntomas que presente. También se valora solicitar un estudio genético.

Entran en juego otras opciones de tratamiento que intentan una mejoría más completa y rápida. Sigue siendo válido el tratamiento habitual con estimulantes, pero muchas veces hay que asociar neurolépticos, y con más frecuencia  se administran no psicoestimulantes.

El diagnóstico, tratamiento y el seguimiento en un paciente con TDAH con comorbilidades como el Trastorno del Desarrollo Intelectual (TDI) debe ser individualizado.

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