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El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad e Impulsividad (TDAH) es un trastorno con síntomas de inatención, y/o hiperactividad e impulsividad, y estos síntomas, a su vez, tienen relación con las Funciones Ejecutivas, (memoria de trabajo, control inhibitorio de los estímulos, atención sostenida y selectiva, flexibilidad cognitiva,) y también con el aprendizaje.

No hay que confundir la inteligencia con los problemas de atención y la Función Ejecutiva. Son cualidades del niño que influyen de forma determinante en el aprendizaje, pero lo hacen de forma diferente.

Una inteligencia alta, (cociente intelectual alto), ayuda en el aprendizaje ya que disminuye el tiempo que el niño necesita para entender lo que se le quiere explicar, y por lo tanto necesitará menos tiempo de estudio para realizar sus tareas. En cambio, si su inteligencia es menor necesitará estar más tiempo sentado para realizar sus tareas y necesitará mayor autocontrol para contener la distracción y el aburrimiento.

Para estar un tiempo sentado prestando atención suficiente para aprender las tareas encomendadas, el niño va a necesitar una capacidad de gestión atencional y una capacidad de autocontrol y de control de estímulos adecuada, que sea suficiente para que se mantenga el interés en la tarea, y a la vez, controle los estímulos de distanciamiento de la tarea como el aburrimiento o el interés por otras cosas que le gusten más. Aquí es donde interviene el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad e Impulsividad, que justamente es un trastorno de la autorregulación de los estímulos y que evidencia un fallo en mantener el interés por la faena, (que les resulta más desagradable y tediosa de lo que les resulta a otros niños que no tienen este problema), y en controlar o inhibir los estímulos externos que en contraposición les resultan más agradables de lo normal y mucho más difícil de apartarse de ellos, resultando un enorme sacrificio el volver a la tarea.

Así pues, el cociente intelectual (CI) disminuye la necesidad de capacidad atencional y de Función Ejecutiva, lo que puede retrasar el diagnóstico del TDAH, aunque los problemas pueden llegar más adelante, ya que el nivel de exigencia aumenta cada curso y al final la inteligencia no es una cualidad suficiente si se tiene un trastorno en la atención y en la Función Ejecutiva.

El aprendizaje depende de muchos factores, entre los que intervienen de forma importante la inteligencia y la capacidad de gestión atencional comentada. Ambas tienen una relación simbiótica, o de potenciación en el aprendizaje. La inteligencia no se puede mejorar de forma intrínseca, pero sí se puede aumentar la capacidad ejecutiva y atencional con medios de entrenamiento y psicoterapia estructurada añadidos a una medicación adecuada (psicoestimulante / no psicoestimulante).

Por último, destacaremos que el TDAH no excluye el diagnóstico de Altas Capacidades Intelectuales, y viceversa. Los niños con Atas Capacidades presentan más dificultades para su diagnóstico de TDAH por el hecho de que en los primeros años de escolaridad con un mínimo esfuerzo y atención consiguen pasar los cursos y obtener aceptables resultados académicos. En cursos posteriores y con mayores exigencias académicas se pone más en evidencia la clínica de TDAH y las alteraciones de las Funciones Ejecutivas, por lo que habría que hacer un diagnóstico lo más temprano posible, con su intervención correspondiente, para evitar problemas adaptativos futuros.

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