Figura 1. Habilidades
cognitivo-afectivas que intervienen en la adaptación social
Recientes investigaciones profundizan en el
papel que desempeñan los componentes de las funciones ejecutivas y la cognición
social en el TDAH. La mayoría
indica una posible asociación entre las deficiencias en el funcionamiento
ejecutivo y los problemas sociales, destacando el papel que desempeñan los
déficits en atención, inhibición, planificación, memoria de trabajo y
flexibilidad cognitiva.
En relación a las habilidades
mentalistas los hallazgos son contradictorios. Algunos estudios han evidenciado
problemas en la representación de estados mentales de otras personas en niños
con TDAH y dificultades en tareas de identificación de emociones faciales, así
como fallos en la ejecución de tareas de teoría de la mente ( ToM) de segundo
orden, mientras que otros trabajos no evidencian problemas en los participantes
con TDAH en este tipo de pruebas. La disparidad puede deberse en parte a la
diversidad de las tareas de ToM utilizadas. De hecho, aunque los niños con TDAH superen tareas mentalistas o
tareas similares de reconocimiento de emociones, fracasan en la generalización
de esa competencia en contextos de la vida diaria, al requerir habilidades más
complejas, lo cual significa que existe un déficit procedimental y no tanto
conceptual.
Por otra parte, las
investigaciones que han abordado la relación entre el lenguaje pragmático y la
adaptación social de niños con TDAH, demuestran el papel de mediación que
desempeñan las habilidades pragmáticas en la competencia social. De modo que,
las alteraciones pragmáticas presentes en niños con TDAH como habla excesiva,
dificultad a la hora de esperar el turno en la conversación o falta de
coherencia en el discurso, entre otras, explican, al menos en parte, la
disfunción social asociada al trastorno.
Un
asunto interesante consiste en aclarar la relación que tienen los déficits en
funcionamiento ejecutivo, que se consideran “nucleares” en el TDAH, con las habilidades
de procesamiento emocional y con las habilidades pragmáticas. Por una parte, las
investigaciones sugieren que la sintomatología de hiperactividad/impulsividad
y/o las dificultades atencionales influyen significativamente en la capacidad
para aplicar las reglas pragmáticas en la vida diaria. Y también se ha
constatado que los niños con TDAH fracasan en tareas mentalistas (ToM) que
presentan exigencias de control inhibitorio y atención. No obstante, otros
trabajos no encuentran relaciones entre funcionamiento ejecutivo y habilidades
mentalistas y de pragmática.
En
general, la literatura respalda la influencia del funcionamiento ejecutivo, las
habilidades mentalistas y pragmáticas en la adaptación social de los niños con
TDAH, aunque los hallazgos divergentes plantean la necesidad de profundizar en
la especificación y relación de los diferentes planos de funcionamiento
implicados, ya que los problemas en tareas mentalistas y pragmáticas pueden deberse
a dificultades procedimentales. Las investigaciones futuras habrán de
considerar más variables capaces de influir en la adaptación social de los
niños con TDAH, como los déficits en la regulación emocional. Concretamente la
labilidad emocional se considera un componente mediador en la relación entre el
TDAH y las relaciones sociales, teniendo mayor poder de predicción en los
problemas de comportamiento y de relación con iguales que los síntomas nucleares del trastorno.
Por último, las
intervenciones para niños con TDAH y problemas en las habilidades sociales
deberían orientarse hacia el diseño de programas que promovieran el
entrenamiento en diferentes componentes ejecutivos (inhibición, memoria de trabajo,
planificación, flexibilidad, atención) con
el fin de incrementar comportamientos socialmente deseables, a través de
actividades de cognición social; leer las claves sutiles en la interacción social, la utilización
adecuada del tiempo y de las pausas y de su intensidad, aprender a esperar el
turno, saber cómo iniciar el tópico y mantenerlo y cuándo debe cambiarse el
tema de una conversación, o ser capaz de reconocer las expresiones emocionales
de otras personas.
Así mismo, los
programas diseñados para incrementar la interacción social deberían contar con
la participación del niño en múltiples contextos con el fin de generalizar
comportamientos sociales más adaptativos e involucrar a otras figuras como el
profesor, y los compañeros.