RESUMEN
EFECTOS DEL METILFENIDATO EN LOS PROCESOS COGNITIVO-ATENCIONALES. Uso de los test de ejecución continuada.

Palacio de Congresos de Valencia
Jueves, 6 de Marzo 18:25h Ponente: Alberto Fernández Jaén (Madrid)
Autores:
Alberto Fernández-Jaéna, Daniel Martín Fernández-Mayoralasa, Beatriz Calleja-Pérezb, Noelia Morenoa, Nuria Muñoz Jareñoc

Institución / Centro de trabajo:
Neuropediatra. Servicio de Neuropediatría del Hospital La Zarzuela. Madrid.
Pediatra. Atención Primaria. Madrid.
Neuropediatra. Hospital de Guadalajara. Guadalajara.

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos del neurodesarrollo que cuenta con una mayor prevalencia de manera que, al menos, entre un 3% y un 5% de los niños en edad escolar se ven afectados (Buitelaar, 2002; Kaplan, Sadock, & Grebb, 1994).

Aunque aún no conocemos con exactitud cuál es el sustrato neurobiológico del TDAH, la hipótesis que cuenta con más apoyo en la actualidad postula la existencia de una disfunción en los circuitos fronto-estriatales. Esta hipótesis ha ido cobrando fuerza a partir de una serie de hallazgos, tanto anatómicos como funcionales, aportados por diferentes estudios de neuroimagen (Casey et al., 1997; Castellanos, 1997, 2002a; Castellanos & Acosta, 2004; Rubia, Overmeyer, & Taylor, 1999). El circuito fronto-estriatal se considera parte esencial del sustrato neurofisiológico de las funciones ejecutivas (Malloy & Aloia, 1998; Tirapu Ustárroz, Muñoz Céspedes, & Pelegrín Valero, 2002). En consistencia con los estudios de neuroimagen que muestran esta disfunción fronto-estriatal en el TDAH, los estudios neuropsicológicos, así como las teorías cognitivas vigentes, parecen estar de acuerdo en que el déficit cognitivo central de este trastorno consiste en una disfunción ejecutiva (Barkley, 1997; Pennington & Ozonoff, 1996; Perry, 2001; Pineda et al., 1998; Rapport, Van Voorhis, Tzelepis, & Friedman, 2001; Sergeant, Geurts, Huijbregts, Scheres, & Oosterlaan, 2003; Sergeant, Geurts, & Oosterlaan, 2002; Shallice et al., 2002).

Sin embargo, todavía no está claro si la disfunción fronto-estriatal/ejecutiva es primaria o, por el contrario, secundaria a una alteración en algún paso previo del procesamiento cognitivo. Resolver la cuestión de cuál es el déficit primario en el TDAH es esencial, tanto para una mejor comprensión de sus bases neurobiológicas como para su tratamiento farmacológico. Aunque los estudios realizados con Resonancia Magnética Funcional (RMf) cuentan con una excelente resolución espacial, no aportan respuestas definitivas a esta pregunta, ya que no permiten discriminar en qué momento del procesamiento cognitivo la activación cerebral de los niños con TDAH empieza a diferir de la de sus respectivos controles. Para este propósito podrían resultar más útiles técnicas con elevada resolución temporal (Maestú et al., 2003), como los potenciales relacionados con acontecimientos discretos (PRAD) o la magnetoencefalografía (MEG).

Los estudios realizados con PRAD muestran consistentemente que, además de los déficit ejecutivos, los niños con TDAH presentan alteraciones en estadios muy tempranos del procesamiento de la información, durante los primeros 200 milisegundos posteriores a la aparición de los estímulos (Jonkman et al., 2004). Ante tareas de atención selectiva, los niños con TDAH muestran dificultades para filtrar la información relevante, lo que en la actividad eléctrica cerebral se refleja en una menor amplitud de algunos componentes tempranos, como P1 o N1, que son sensibles al efecto de la atención selectiva (Di Russo et al., 2002).

En un reciente estudio realizado en nuestro laboratorio, se registró la actividad cerebral mediante magnetoencefalografía (MEG) durante la realización del test de clasificación de tarjetas de Wisconsin (WCST), con el objetivo de explorar los patrones diferenciales de actividad cerebral en distintos subtipos del TDAH en una tarea de funcionamiento ejecutivo (Etchepareborda et al., 2004). Los resultados apoyan la hipótesis fronto-estriatal, ya que los niños con TDAH mostraron un menor número de fuentes de actividad con respecto al grupo control en la corteza prefrontal dorsolateral y el cíngulo anterior. Sin embargo, análisis posteriores mostraron que el patrón de actividad cerebral de los niños con TDAH empezaba a diferir del observado en los niños controles en momentos previos a la activación del circuito fronto-estriatal (Mulas et al., 2006). En concreto, los niños con TDAH del subtipo predominantemente inatento mostraron una mayor activación en la corteza parietal inferior y la corteza temporal superior 100 milisegundos después de la aparición del feedback auditivo que les indicaba si debían cambiar, o no, de criterio de categorización. El diseño de este estudio no nos permite interpretar qué significado funcional tiene el incremento de activación en estas regiones cerebrales, aunque otros estudios (Durston et al., 2003) muestran un incremento en la activación de estas mismas estructuras corticales en los niños con TDAH durante la realización de una tarea ejecutiva, interpretándolo como un posible incremento en los recursos atencionales necesarios para la realización de esta tarea. Según Karayanidis et al (Karayanidis et al., 2000) los niños con TDAH necesitarían una mayor cantidad de recursos para ejecutar una tarea atencional con el mismo grado de precisión que los niños controles

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