RESUMEN
La hiperactividad en el niño preescolar: Diagnóstico
diferencial
Julián Vaquerizo - Madrid
jvaquerizo@neuroinfancia.com
Director Clínico del Centro CADAN de Atención
al Neurodesarrollo
Responsable de la Unidad de Neuropediatría del
Complejo Hospitalario Universitario Infanta Cristina
de Badajoz
www.neuroinfancia.com
El TDAH (Trastorno por déficit
de atención e hiperactividad), exponente de la
hiperactividad infantil, se manifiesta por definición
antes de los 6 años de edad. La mayoría
de pruebas y baterías neuropsicológicas
diseñadas para el estudio de la atención
y otras funciones ejecutivas sólo pueden, sin
embargo, ponerse en práctica a partir de esa
etapa de la vida. Algo parecido ocurre con otras disfunciones
del neurodesarrollo como el autismo. Antes de esa edad
la experiencia del clínico tiene una relevancia
destacable.
Si analizamos, por ejemplo, las entrevistas estructuradas
de Barkley y Goldstein-Goldstein vemos cómo las
referencias son constantes a síntomas que pudieron
alertar a los padres desde el mismo momento del parto.
Es por ello que a pesar de que el diagnóstico
de ciertos trastornos como el mencionado TDAH no deba
emitirse formal y académicamente hasta la etapa
de la educación primaria sí podamos buscar
cuáles son las señales de alerta que nos
permitan emitir un juicio clínico en niños
más pequeños para ofrecer precozmente
una terapia eficaz.
La hiperactividad durante la primera infancia y la etapa
preescolar es un rasgo común a bastantes niños.
En muchos de ellos es sólo una desviación
no patológica de su propio desarrollo conductual
y social. Hablamos entonces del “niño difícil”
para definir una especial forma de comportamiento sobre
la que influyen factores educacionales y sociológicos
y que puede ser a su vez la primera manifestación
clínica de diversos trastornos psicopatológicos.
¿Cuáles son, entonces, las causas de la
hiperactividad en el preescolar?
La más frecuente de ellas es el TDAH que, aunque
bien conocido, ha sido todavía pobremente analizado
durante los primeros años de la vida, lo que
hace muy difícil la sistematización precoz
del proceso diagnóstico. Los criterios emitidos
en el manual del DSM-IV, por ejemplo, deben aplicarse
después de los 6 años de edad e incluso
la terapia psicoestimulante también se recomienda
para niños mayores.
Los trastornos generalizados del desarrollo, especialmente
el trastorno del espectro autista, se presenta con síntomas
que afectan a la conducta, a la socialización
y la comunicación. Y la hiperactividad en niños
muy pequeños es, en la experiencia de todos nosotros,
un síntoma que suele llevar a esas familias a
las consultas del médico o el psicólogo
a edades muy tempranas. También procesos relacionados
con el anterior grupo, cómo los desordenes de
la esfera psicolingüística (las disfasias
del desarrollo) pueden llevar a los padres a consultar
por el binomio hiperactividad-retraso del lenguaje.
Los niños con retraso mental manifiestan durante
los primeros años síntomas comportamentales
y del desarrollo inespecíficos. Algunos de ellos
van a padecer síndromes genéticos fácilmente
identificables durante los primeros años. En
otros el diagnóstico etiológico será
más difícil.
Este planteamiento sobre las causas que dan lugar a
hiperactividad es el que el clínico debe exponer
para el diagnóstico diferencial.
El objetivo científico del clínico es
determinar los signos de alerta más tempranos
para poder adelantarse al diagnóstico y ofrecer
una terapia eficaz en el tiempo. Sin embargo en niños
muy pequeños es muy difícil objetivar
unos criterios diagnósticos fiables. No existen,
por otro lado, marcadores biológicos que permitan
adelantar el diagnóstico, lo que hace necesario
investigar los distintos aspectos clínicos. Los
lactantes hiperactivos que padecen TDAH muestran en
el 33% de los casos un perfil clínico peculiar
que afecta a su conducta en vigilia, a las conductas
alimentarias y a los patrones del sueño. La mayoría
de ellos son bebés marcadamente irritables durante
el día y duermen mal por las noches. Durante
los primeros 5 años de la vida estos niños
son descritos en la anamnesis por sus padres como inquietos,
impulsivos y despistados, prefieren juegos poco simbólicos
y tienen dificultades para relacionarse con otros niños.
Los lactantes autistas parecen tener un desarrollo psicomotor
que en muchos casos no los diferencia de los anteriores.
Suelen ser también inquietos y desarrollan más
conductas motoras estereotipadas. Poco a poco van separándose
de aquellos y de otros niños y manifiestan una
tríada casi constante: retraso o trastorno marcado
en el lenguaje, una alteración en el uso de las
manos (ausencia del señalar para compartir) y
un claro desinterés por el juego.
A lo largo de la exposición se describirá
la metodología de exploración clínica
adaptada a niños pequeños y las claves
del diagnóstico diferencial. El diagnóstico
debe basarse en una metodología que incluya una
entrevista clínica estructurada y encuestas de
personalidad diseñadas para menores como el Achenbach
(CBCL/1 ½ -5; C-TRF), aunque en todos los casos
sólo puedan emplearse después de los primeros
18 meses de edad. Se presenta una propuesta de inventario
de recogida de datos y una exploración clínica
sistematizada que evalúe por este orden la conducta
y la reacción del niño al entorno, la
socialización, comunicación, su capacidad
cognitiva y el análisis del juego.
A falta de un marcador neurobiológico que permita
llegar al diagnóstico con facilidad después
de la alerta clínica nuestra tarea debe seguir
basándose en la experiencia y en la evidencia.
Bibliografía Resumen
1. Barkley R.A. Attention deficit hyperactivity
disorder, a clinical workbook. Guilford Press. 1991.
2. Cáceres Marzal C, González Toro D,
Vaquerizo Madrid J. Marcadores de hiperactividad en
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3. Vaquerizo Madrid J et al. Habilidades Gráficas
en el trastorno por déficit de atención
con hiperactividad. Rev Neurol, 2004; 38 (Supl 1): S91-S96.
4. Achenbach T. M. y Rescorla L. Inventario del comportamiento
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padres y profesores. ASEBA. Vermont University, 2000.
5. American Psychiatric Association: Diagnostic and
Statistical Manual of Mental Disorders, 4th Edition,Washington,
DC, American Psychiatric Association, 1994.
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