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¿En que se tienen que fijar los padres cuándo se da un tratamiento médico a un paciente TDAH?

Los padres de un paciente de TDAH notarán efectos beneficiosos de mejoría de los síntomas con el tratamiento farmacológico del TDAH, pero también notarán efectos de no mejoría o empeoramiento de su proceso incluso de efectos adversos generalmente leves. Es importante que los padres valoren en qué momento del día ocurren esos efectos de no mejoría o de empeoramiento y los efectos adversos, para ver su relación con la toma de la medicación, ya que el médico conoce los niveles que alcanza la medicación y en qué momento son más altos o más bajos, e incluso desaparecen y la relación de estos niveles con los efectos de empeoramiento o no mejoría.

¿En que se tiene que fijar un médico para tratar con medicación psicoestimulante o no psicoestimulante al paciente TDAH?

Habitualmente la forma de tratar médicamente al paciente con TDAH, es seguir un protocolo en el que si no hay contraindicación, se pone primero el psicoestimulante y si no mejora, se propicia un cambio al no psicoestimulante. Aunque esto está bastante extendido, por la dificultad que entraña la decisión de dar un medicamento u otro, no es lo más recomendable.
Para obtener una decisión clara de qué medicación dar (psicoestimulante o no psicoestimulante), por primera vez, se precisaría una valoración de Funciones Ejecutivas completa con valoración medida de la atención sostenida y selectiva también de los controles de interferencia, control de impulsos, aprovechamiento de tiempos de espera y flexibilidad cognitiva, ansiedad, y cociente intelectual desglosado.

A groso modo las diferencias en las Funciones Ejecutivas se pueden valorar por el médico de una forma más global, ya que los pacientes se comportan de forma distinta según sus capacidades o funciones. Por ejemplo, no será lo mismo un paciente que es obediente, voluntarioso y realiza todo lo que se le dice, pero necesita una guía externa siempre, y que a su libre albedrío no realiza ninguna actividad organizada o que le cueste, que otro paciente que, aunque le cueste hacer las cosas, sí tiene iniciativa y muestra una inteligencia más alta o un tipo de aprendizaje más elaborado, que se para a pensar, etc.
En el primer caso una persona obediente pero que necesita siempre una guía externa y tiene poca iniciativa, sería más adecuado un no psicoestimulante, también si mostrara mucha ansiedad, ya que en este caso sería importante potenciar la iniciativa, el pararse a pensar y una mejora en la elaboración de la conducta o del input y conectividad de los datos relevantes, que se va a conseguir mejor con el no psicoestimulante.
En el caso del paciente que no necesita tanto una guía externa como sí una mejora en la rapidez de la elaboración de sus actividades, sí sería recomendable un estimulante ya que protege de las interferencias de los estímulos no importantes dejando al paciente más libre para realizar sus actividades sin interferencias. La iniciativa no es el problema de este caso y no necesita una guía externa. El estimulante en este caso tiene un efecto completo sobre el paciente mejorando su facilidad para realizar los deberes de forma más ágil y una mayor eficacia en su elaboración.

Equipo del INVANEP

 

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