La logopedia es una disciplina de aparición relativamente reciente. No obstante, es desde que el mundo se hizo palabra que se ha explorado el lenguaje y las deficiencias que diversos hablantes han evidenciado. Podríamos, simplificando, entender que el conocimiento sobre el lenguaje patológico se origina fundamentalmente en la medicina y la psicología, pero no es sino en la lingüística donde esta disciplina finalmente encontró el tercer pilar con el que construir su conocimiento.
Así, cuando se presenta un problema logopédico en un niño, es habitual que en un contexto clínico se nos comunique que nuestro hijo presenta problemas de habla, de lenguaje, o de ambas a la vez. Terminología de lingüista.
¿Qué significa esto?
El lenguaje es el alma de la comunicación, un concepto abstracto que engloba aquellos procesos internos, mentales, de los que deriva la comunicación; tanto oral, como escrita, como cualquier otro tipo de comunicación arbitraria. Cuando un niño no ha aprendido las palabras habituales para su grupo de edad, o cuando emite oraciones gramaticalmente incorrectas, supondremos problemas de lenguaje en él.
Por otro lado, podemos ver el habla como la materialización oral de la comunicación, su realidad física. Para entender qué es el habla, es quizá más sencillo atender qué ocurre cuando alguno de sus tres elementos falla: cuando falla la articulación tendremos a un niño que sabe que “casa” se pronuncia /ká.sa/ pero que, al no saber cómo se articula la /s/, dice /ká.ta/; cuando falla el ritmo, disfemia/tartamudez y cuando falla la voz, la disfonía es el signo más prevalente.
Por último, las lenguas son los sistemas de comunicación, como el español, el inglés o la lengua de signos española (LSE).